Hace muchos
años, en un lejano país, vivía una hermosa joven, era muy bonita y,
además, una bordadora primorosa, por lo que muchos hombres ricos la
pretendían como esposa, pero ella los rechazaba.
La muchacha decía: Sólo
me casaré con el hombre que pueda teñir los hilos de rosca de una rosa
que no se decolore, además debe tejer diez metros de seda sin uniones”.
A cierta distancia de
allí, vivía un joven tejedor. Un día, una avecilla volando se había
enredado en su telar rompiéndose un ala. El muchacho cuido del pájaro
hasta que recobro su salud, después de aquello siempre permanecieron
juntos ave y joven. Así cuando, aún muy joven, sus padres murieron su
única compañía fue el pajarillo. Poco antes de morir, la madre del
tejedor había plantado un árbol en el patio de la casa.
Un día, el pájaro trajo
noticias importantes. – No muy lejos de aquí vive una muchacha
hermosísima- dijo el animalillo.- Es una hábil bordadora, y ha dicho que
se casará con el hombre que pueda tejer diez metros de seda sin
costuras y que tiña el hilo de rosca en un color rosa que no decolore
jamás ."
El muchacho eligió sus
mejores hilos de seda y comenzó a tejer. Para él, tejer diez metros de
seda sin costuras no era problema, pero ¿Cómo teñir la seda en el color
rosa que no se desluce nunca?...
Afortunadamente, el
pájaro tenía la solución. Condujo al muchacho ante un hada, que vivía en
las montañas .Ésta era también una bordadora sin rival y, después de
escuchar la historia del tejedor, prometió ayudarle.
- Todos los colores palidecen con el tiempo- dijo el hada.
- E l único tinte que no
pierde color es la sangre. Debes pincharte los dedos y recoger la
sangre, después úsala para teñir la seda. "
El joven siguió las
instrucciones del hada pero, después de siete días, había perdido tanta
sangre que apenas podía tenerse en pie. Pero el pájaro le ayudaba,
trayéndole alimentos y hierbas medicinales para curar sus heridas. Por
fin tras diez días de sufrimientos, los hilos de rosca estuvieron
teñidos con un hermoso tono rosa envueltos en un bonito paño.
Acompañado por el
pájaro, el muchacho llevó el fruto de su esfuerzo a la casa de la
muchacha. Sus pretendientes ricos estaban también allí, todos habían
llevado sus trabajos de seda y los paquetes con hilos de rosca. La
muchacha recogió los paños de seda y los hilos de rosca. Entonces tomó
un pequeño espejo y una aguja, que había heredado de su padre; sostuvo
el espejo cerca de la tela y, en la imagen del espejo, vio las costuras
de los paños y enhebrando un hilillo rosado en su aguja, vio que el
color era pálido. La muchacha repitió estas pruebas con todos los
trabajos de los pretendientes, hasta que llego al paño tejido por el
joven.
Mirando en su espejo,
vio que la seda brillaba como la superficie de un lago. Y cuando examinó
con su aguja el hilo del tejido, brilló intensamente en un color rosa
profundo. Era tan bonito que la muchacha accedió de inmediato a casarse
con el tejedor. La gente corrió a felicitar a la pareja, pero los
pretendientes ricos despreciados por la muchacha se marcharon muy
enojados.
Uno de estos pretendientes, despechado, fue a ver al rey, un anciano
que, debido a su miedo irracional al fuego, nunca había salido de su
palacio. A pesar de su avanzada edad, el anciano rey gustaba de la
compañía de hermosas y jóvenes muchachas. Al escuchar la historia de la
bella tejedora, el rey ordenó que fuese conducida a su presencia.
La feliz pareja, entre tanto, no era consciente del peligro que se cernía sobre ellos.
Cierto día mientras la
muchacha estaba ocupada en bordar una camisa de seda, su marido confesó
como había teñido los hilos de aquel color rosa, entonces ella
emocionada bordó unas flores en la camisa con cinco pétalos como cinco
son los dedos, como símbolo de amor a su marido.
La camisa era tan
hermosa que la gente venia para admirarla. Una mañana acababa de
ponérsela cuando aparecieron los soldados del rey, apresaron al tejedor y
se llevaron a la muchacha por la fuerza, el pájaro intentó ayudarles,
pero fue herido de muerte por un soldado.
El viaje hasta el
palacio real era largo y cuanto más se alejaba de su hogar, más
desesperada estaba la muchacha. Rasgó las flores bordadas de su camisa y
las lanzó al viento y e imploró una petición: - Por favor lleva estas
flores a mi amor”.
El viento cumplió su
súplica llevando las flores bordadas hasta donde estaba su esposo.
Cuando por fin el tejedor llegó a la casa, se sorprendió al ver el árbol
que su madre había plantado cubierto de flores rosas.
La muchacha incapaz de
soportar vivir con un rey viejo, se quitó la vida ahorcándose con su
camisa de seda. Cuando los soldados llegaron al palacio, fueron
convocados ante el rey y explicaron que la muchacha, echando de menos a
su marido, se había matado . Al oír esto, el rey se encolerizó tanto que
ordenó a sus hombres volver encarcelar al tejedor.
Cuando, a la mañana siguiente, el tejedor volvió junto al floreciente árbol, oyó un susurro en el viento.
- Amor mío, debo ocultar
las flores antes de que los soldados del rey las destruyan, tienes que
marcharte, huye lejos de aquí -. Nada más escuchar las palabras soplo un
fuerte viento que cambio el color de las flores y se marchitaron.
El muchacho decidió ir a
la capital, porque todavía esperaba encontrar a su esposa, pero antes,
se detuvo en la casa del hada, ésta le dijo:
-Si quieres ver a tu
esposa debes matar al malvado rey pero para tener éxito necesitarás la
ayuda del pequeño pajarillo- advirtió el hada.
-Pero el pájaro está muerto -. Se lamentó el tejedor, -no puedo devolverle la vida-
Entonces el hada le dijo: Entierra el cuerpo del ave bajo el árbol que
tu madre plantó y cuando llegue la primavera y se levanten los muertos,
el pajarillo volverá a la vida -.
El tejedor siguió sus
instrucciones y, a la primavera siguiente, unos pequeños brotes rosados
aparecieron en el árbol. Días más tarde, el pájaro apareció. Acompañado
por el pájaro, el tejedor reemprendió viaje hacia la capital disfrazado
como vendedor de carbón y llevando un ramillete de flores rosadas.
Cuando llego a la
corte, el tejedor se acercó a un guardia y solicitó permiso para
presentar al rey las flores. El rey ordenó al extranjero que se acercase
y se agachó para admirar la frescura de las flores, en ese instante la
rama estalló repentinamente en llamas. El fuego quemo la barba del rey y
las llamas se extendieron rápidamente por sus trajes hasta abrasarlo.
No era magia, lo que
había sucedido es que el astuto tejedor había colocado un pedazo de
carbón encendido en el ramillete y, al acercarse el rey, había soplado
sobre las ascuas, provocando un pequeño fuego que rápidamente prendió
las ropas del rey.
El joven encontró la
camisa con la que su esposa se había quitado la vida, la enterró bajo el
árbol de su madre. A la mañana siguiente, la camisa estaba cubierta de
flores.
El pájaro entonces
condujo al tejedor hasta un denso bosque. Dentro del hueco que había en
un gran tronco de árbol, estaba el cuerpo de su esposa. Después el
pájaro dio instrucciones: el joven envolvió el tronco en la camisa y de
repente, se quebró la madera del tronco en millares de astillas, la
joven apareció y caminando se acercó al joven. El tejedor, su esposa y
el pájaro regresaron a su casa impacientes por compartir su felicidad,
se presentaron a sus vecinos con las flores rosadas de su árbol. Estas
flores de color rosa, ahora son conocidas como flores de melocotón, son
un símbolo de la dedicación y del amor. Cada primavera, estas hermosas
flores reaparecen, al igual que el amor de los fieles amantes.